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Yo no acuso





Yo, al contrario que el eminente escritor naturalista francés, Émile Zola, no acuso. No acuso en base a argumentos basados en la percepción, salidos de las entrañas, vomitados en la propia barra de bar de la que nunca debieron salir. El bronce de la selección española ha abierto la veda y concedido el plácet, aunque no lo necesiten, a los más feroces críticos, a las balas más hirientes de la escopeta nacional. Balas que no están hechas de plata y sí de tópicos, balas que encuentran en las redes sociales el camuflaje del anonimato y el triste eco de unos pocos “retweets”.



Salgo en la defensa del único responsable de esta presunta decepción, de este bronce que visten de cobre los que ni siquiera se hubieran conformado con un oro. Hablo de Orenga, el que estaba llamado a ocupar la esquina inferior izquierda del retrato de los ganadores en el caso de que se hubieran cumplido todos los pronósticos que nos daban por vencedores sin bajar del autobús. El mismo que, sin embargo, en una demostración de afán de notoriedad inconcebible, ha querido reclamar para sí todos los focos y los dardos jugando a perder al coaccionar el inmenso talento de Xavi Rey, Pablo Aguilar y Germán Gabriel y al ofrecer, por contra, las llaves de la nave al torpe de Marc Gasol, a un piernas como Sergio Rodríguez o a un patoso como Rudy Fernández.



Dejo el sarcasmo a un lado, recurso de pobres oradores, para defender el trabajo del cuadro técnico de la selección. No entro a valorar la oportunidad de su elección, ni siquiera el nepotismo que, según muchos afirman, funciona en los altos cargos de la Federación. Creo ser justo y prudente afirmando que hacía muchos años que no presentábamos una escuadra de un potencial tan limitado. Sin un tres clásico y sin un cuatro de entidad internacional se hizo necesario recurrir a fórmulas poco ortodoxas, las que cualquier ser cuerdo hubiera utilizado. Con sólo un escolta capacitado para anotar desde todas las posiciones, Rudy, y cuatro bases (Ricky, Sergio Rodríguez, Sergio Llull y Calderón) que cualquiera hubiera citado por estar entre los ocho mejores jugadores disponibles, no quedaba otra que recurrir a la fórmula del doble base. Por su parte, nuestro juego interior era una fuga de agua constante. Con sólo un pívot de garantías y descartada la opción de jugar cuatro contra cuatro, la idea era acompañar a Marc de un jugador que le abriera espacios y se aprovechara del sobremarcaje de éste sabiendo ganar las espaldas de las ayudas. El mejor, aunque limitado en talento y experiencia, era y es Víctor Claver, por muchos amigos que tenga Pablo Aguilar y por muchas cervezas que haya tomado con la afición Germán Gabriel. Y Víctor, que cumplió sobradamente en tareas de intendencia, no supo tirar y meter el triple que debió tirar y meter contra Francia y, por eso mismo, porque los rivales ya sabían de su apocado carácter, tampoco pudo facilitarle la vida a Marc del mismo modo que lo hubiera hecho un Mirotic o, por supuesto, un Jorge Garbajosa.



Demostrada la correcta gestión de la plantilla, aunque pudo haber errores en momentos clave de determinados encuentros (no aumentar la rotación en el tercer cuarto contra Francia para llegar mejor al final), procedo a hablar del estilo. Un estilo que volvió a ser reconocible en cada encuentro, hubiera mayor o menor fortuna en el desenlace. El equipo salió a cubrir a muerte las líneas de pase, a intentar evitar toda posible inversión de balón, a mandar contra Marc a cualquier osado exterior rival, es decir, a defender de manera “proactiva”, como le gusta decir a los técnicos, y provocar de esta manera errores que nos permitiesen correr y anotar al contraataque. Así se hizo en la mayor parte de los encuentros, así lo atestiguan los siete robos por partido, el 36,9% de acierto del oponente y los tristes 62,8 puntos a los que redujimos, como promedio, la ofensiva rival. Líderes en estas tres facetas, pocos dudarán sobre el verdadero propósito de nuestra selección: Defender. Defender y correr.



En el ataque estático, más allá de sistemas cortos para meter balón interior o un juego básico por conceptos que primaba las triangulaciones “palo alto-palo bajo”, que diría el gran Manel, se intentaron diseñar opciones de dos contra dos tras circulación de balón. De Pick and Roll vivimos y morimos, es cierto, pero en muchos de ellos, no los de infausto recuerdo en la prórroga contra Francia, produjimos de manera voraz. Anotó Ricky tras bote, Sergio atacando la ayuda de los hombres grandes. Anotó Marc, más continuando hacia fuera que hacia dentro (en una tendencia natural que no se ha inventado Orenga) y también se generaron buenas ocasiones para anotar de tres. De hecho, sólo a través de un agresivo juego de pick and roll y, también, a tenor de las rápidas transiciones, se explica que un equipo sin tiradores puros obtuviera, como obtuvo, el mejor porcentaje en tiros de tres de la competición con un 39,1%. Y es que no sólo fuimos la mejor defensa, sino también el mejor ataque (en puntos anotados). Y el más bonito, si me apuran y aceptan como argumento el número de asistencias como botón de muestra de que se jugó rápido y se atacó de manera generosa (como gusta, ¿verdad?).



Hablemos ahora de la dirección de grupo, de las declaraciones altisonantes de unos o del malestar de los otros. Ah no, que lo primero sucedió en el Europeo de Polonia (declaraciones de Marc tras fallar Sergio Llull una canasta ganadora frente a Turquía) y lo segundo en Pekín (Navarro con Aíto). El estilo de dirección y liderazgo de Orenga puede ser discutible, pero no miente a nadie cuando se autoafirma como entrenador de jugadores, cuando es humilde y se muestra accesible a las aportaciones de los que están viviendo el basket desde dentro. De este espíritu cooperativo y colectivista algunos deducen que es un “minga fría” o que le falta autoridad. Y luego nos extrañamos cuando suceden ciertas cosas... En fin, que lo habríamos hecho mucho mejor con Ivanovic, Maljkovic o Ivkovic, que además de autoridad tienen experiencia.



Ha sido la experiencia tema manido en todas las conversaciones sobre la selección. Esa misma experiencia que a tantos jóvenes exaspera por ser el motivo de su no contratación, esa misma experiencia que no se puede adquirir si te vetan por no tener experiencia. Pero en fin, de esta paradoja no se ocupan quienes mantienen este discurso. Ahora bien, ¿qué clase de experiencia requerían? Porque quien atesora partidos en el currículum acumula victorias y derrotas, es decir, sabe ganar y sabe perder. En fin, que no sé por qué se valora tanto este hecho, que Guardiola llegó de un tercera para convertir al Barça en uno de los mejores equipos de la historia y Mourinho de ganar la Copa de Europa con el Inter para convertir al mejor club del siglo XX en una tasca inmunda. Por poner un ejemplo. Además, Orenga ya venía curtido en el trabajo con selecciones inferiores, ya sabía lo que es trabajar en dos meses, los objetivos que se pueden alcanzar y los que no. Un entrenador de club debería aclimatarse a estas exigencias, reducir su planificación habitual a un trabajo comprimido al que no todos se adaptan. Pero en fin, vilipendien, que es gratis.



Vilipendien y arrastren la conversación hacia la figura del entrenador, incurran en una nueva contradicción, aquella en la que se enredan los que afirman que a este grupo lo entrenaría cualquiera, que estos tíos juegan solos, que ganarían sin entrenador para luego pasarse horas y horas criticando a esta figura de pega, a este guiñol que sólo interesa cuando se pierde. Pero tienen razón, éste como tantos otros, es un deporte de jugadores. Ellos son los que deciden, los que ejecutan y determinan el destino de un equipo y las conversaciones de un país. Y en este Europeo, por razones varias, faltaron varios de los mejores. Y por eso fuimos más vulnerables, y por eso se redujeron las opciones, y por eso, porque no estaban, el bronce tiene mérito, un mérito que es, sobre todo, de los que sí estuvieron. Un mérito al que los entrenadores contribuyeron con un saber hacer que no merece tantas y tan injustas consideraciones, tantos y tan visitados clichés.



ENHORABUENA A ESPAÑA POR ESTE BRONCE. UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS.

Arrivederci





Ni siquiera en la noche de los tiempos, cuando los cuentos de Gasol y Navarro sean batallitas de abuelito que nadie se creerá, sabremos cuál fue la aportación real de Sergio Scariolo a los éxitos de una de las tres mejores selecciones europeas (junto a la URSS de los 70 y la Yugoslavia de finales de los ochenta y principios de los 90) de la historia del baloncesto.

Los hubo críticos con su elección, con el hecho de que asumiera su rol sin renunciar a su cargo en el Khimki ruso cuando ésta había sido una de las causas (aparentemente) del cese de Pepu un par de años antes. Los hubo que criticaron su nombramiento desde una perspectiva proteccionista y nacionalista o es que acaso en España no había candidatos suficientes.

Apuesta firme de José Luis Sáez, Sergio Scariolo no elige el momento. El momento le eligió a él. Sólo así se explica que él fuera el llamado a dirigir el primer partido de la selección después del casi milagro de Pekín, de cuarenta minutos que hicieron que los aficionados se olvidasen de unos Juegos Olímpicos más bien mediocres para encumbrar la obra de Aíto y ensalzar el trabajo anterior de José Vicente Hernández.

En Polonia, cuando estuvimos a minutos de quedar eliminados en la primera fase, el deporte se mostró más caprichoso que nunca. Cuestionada su jerarquía por unas palabras de Marc Gasol al finalizar el partido de Turquía y otras de Navarro en las que éste reclamaba un juego más alegre, todo empezó a funcionar a partir de los cuartos de final. Con un chaval de 19 años al mando España desarrolló un juego eficaz y espectacular que barrió de la pista y de manera sucesiva a Francia, Grecia y a la emergente Serbia que nos había vencido en el primer partido del campeonato. De aquella manera tan demoledora España se hacía con el primer Europeo de su historia y empezaba a sentar las bases de cuatro años llenos de éxitos que sólo la magia de Teodosic pudo teñir de sombras.

La magia de Teodosic, la salud de Navarro y la ausencias de Calderón y Pau Gasol. Aquéllas fueron las cuatro claves para que la defensa del título mundial fuera más bien modesta. Claro, la quinta, para muchos, fue la presencia de Sergio Scariolo. ¿Pero cómo? Si él no tuvo nada que ver en que ganáramos el Eurobasket del año anterior, cómo pudo ser él, entonces, el responsable del fracaso de Turquía. Pues seguro que algo pudo hacer mejor. Seguro que en más de una ocasión se equivocó en las rotaciones, en la preparación de los partidos o en los planteamientos defensivos.

Seguro. Seguro que tantas veces como en el Eurobasket de 2011 que España vuelve a vencer con solvencia. Simplemente, esta vez jugaron Calderón y Gasol y a Navarro le visitó la inspiración y le pilló donde siempre le pilla, en la cancha. Trabajando. Divirtiéndose. La España cicatera y especuladora de Scariolo, muy lejos de aquella brillante selección de Pepu, anotó 92 puntos de media en los tres partidos eliminatorios demostrando falsos todos estos argumentos. Más aún si los comparamos con los 74 puntos de los tres partidos decisivos del Eurobasket 2007 o, incluso, los 78 del siempre añorado Mundial de 2006. 



El ciclo olímpico se cerró en Londres. Allí, en la capital del Imperio Británico, se puso de manifiesto que los Juegos son otra cosa, que para ganar una medalla sólo existe un camino, el del sufrimiento. Y se sufrió, se cogieron atajos (biscotto contra Brasil) y se recurrió al oficio para vencer al poderío físico francés y a los estrategas rusos. Pero en fin, si Aíto salió por la puerta grande por los últimos 40 minutos de Pekín, no menos valor tienen los que se disputaron en el O2 Arena ante unos Estados Unidos sin Wade ni Howard, pero reforzados con la imponente presencia de Kevin Durant.

Tres años, cuatro grandes competiciones y mil juicios paralelos sumarios y no siempre legales contra una figura que generó controversia desde su nombramiento, pero que se va dejando las vitrinas llenas de trofeos y a la selección convencida de que un último baile aún es posible, de que en España, en 2014, la venganza, vendetta, aún se puede servir en frío.

Grazie Sergio y arrivederci.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Perder dos veces





Qué suerte tuvo Del Bosque. Gracias a la victoria contra Portugal en penaltys se libró del escarnio y la horca. Ahora es poco menos que un héroe nacional, un referente y un ejemplo. Un hombre de fútbol que desafió al tendido siete jugando con doble pivote y falso nueve.

Ni siquiera un improbable oro olímpico podría situar a Sergio Scariolo en ese nivel de excelencia entre un público que asiste a los partidos de la selección con un pergamino enrollado en el que se recogen todas las críticas posibles, e imposibles, hacia un equipo que si ha pecado de algo en todo este tiempo ha sido de excelso. La derrota contra Rusia devolvió a la primera línea nombres como los de Pepu Hernández, Carlos Suárez o incluso Nikola Mirotic. Y bueno, lo de Niko todavía se entiende. Si no utilizas a Ibaka durante veinte minutos que van a terminar marcando toda una competición olímpica por qué no apostar entonces por el mejor cuatro abierto del baloncesto español. Pero vamos, hablar ahora de Pepu... Ni que la última jugada de aquel Eurobasket que perdimos en casa fuera objeto de estudio en todas las escuelas de entrenadores. Y de Suárez... mejor no hacer comentarios. 



No fue Kirilenko el problema. Rudy, con actividad e inteligencia relegó al alero de los Timberwolves a un papel más secundario en el que, también es cierto, el ruso se mueve muy bien. Sí tuvimos problemas, en cambio, con los cuatros que juegan de frente. Aquéllos a los que Gasol podía defender hace unos cuantos años cuando contaba con quince kilos menos de músculo. Ahora, en cambio, tras su transformación física, Pau se ha convertido en un cinco, móvil y talentoso, pero un cinco. Y claro, tratar de defender a un alero que hace las veces de cuatro o intentar parar con “shows” más o menos largos los pick and roll centrales de un base tirador sin un compañero más ágil capaz de detener la continuación del pívot pues es una quimera. Una quimera y una servidumbre, la que implica tener a los dos hermanos en la cancha al mismo tiempo. Quizá el gran error de Sergio Scariolo en el partido de ayer. Si es que no se trata de una imposición. Eso sí que sería más grave.

Pero vamos a lo que vamos. Al “biscotto”. Más bien a la “vergogna” en la que puede derivar el partido de mañana ante Brasil. Las opciones son claras: Jugar a perder,y perder y evitar a Estados Unidos hasta la final o jugar a ganar, y ganar, para después, si todo va bien, enfrentarnos a los yankees en semifinales y, seguramente, perder. Y perdonen las acotaciones, pero están puestas con toda la intención. Porque mi tesis es que ante tanto interrogante y tan poca certeza, la decisión no puede tomarse con vistas al medio plazo y sí en torno a valores más universales válidos en todo tiempo y lugar con independencia de las circunstancias.

Recupero aquello del “competir bien”. Entiendo que competir bien es competir con honradez. Se pueden guardar piezas para más adelante, pero a los que jueguen sólo se les puede exigir actuar con la máxima concentración e intentar hacerlo lo mejor posible. Puede que haya una meta que justifique el jugar a perder, es cierto, pero como bien indica Juanma Iturriaga en su blog, ¿acaso hay gran diferencia entre una plata y un bronce? ¿Acaso no es éste el momento para intentar vencer al fin a la selección de Estados Unidos? Yo, al menos, no me reconocería en una selección que especula con el resultado, que hace cábalas y que lanza un mensaje perverso a la sociedad. No siempre el camino más corto es el camino mejor. La plata en esas condiciones sabría a cobre. Una derrota prematura (en cuartos o semifinales), tras haberse saltado el código ético, sería como perder dos veces.

En una habitación de Londres la noche tendrá más horas de lo normal. Los minutos se cocerán a fuego lento mientras Sergio Scariolo y sus ayudantes intentarán descifrar qué es lo mejor, lo más ético o lo más eficaz. Se hablará de valores. Se hablará de medallas. Dará igual. El martes amanecerá plagado de críticas.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Titulares inocentes




Con el ánimo de anticiparme a las habituales noticias en clave de inocentada con la que nos intentarán sorprender mañana los diarios de tirada nacional o local, de temática general o deportiva, de izquierdas o de derechas, he decidido abrir el abanico y plantear toda una serie de opciones relacionadas con el mundo del baloncesto.


MESSINA RECOMIENDA A NOLE VELICKOVIC PARA LOS LAKERS

La llegada de Nole serviría para cubrir el puesto de tres. Ayudaría en el rebote (a los adversarios), podría anotar desde el perímetro (si se alinean tres o cuatro planetas) y se ganaría al fin la confianza de Ettore gracias a su mejorada defensa (defensa visual a lo Djordjevic). Después de varios desencuentros, el italiano y el serbio habrían hecho las paces mientras observaban, agarrados de la mano, la puesta de sol en Venice Beach. Según fuentes cercanas, la noticia habría desencadenado furibundas reacciones por parte de algunos protagonistas. Así, Kobe ha insinuado querer dejar el baloncesto, Pau regresar al Barcelona y Mike Brown se ha puesto en contacto con Magic para que se vista de corto de nuevo. En fin, tampoco sería peor que perder con Sacramento, ¿no?



SERGIO SCARIOLO LE CEDE EL PUESTO A PEPU HERNÁNDEZ

Harto de las críticas hacia su persona y teniendo muy en cuenta la labor realizada por Pepu en el pasado, Sergio Scariolo ha optado por renunciar al cargo de seleccionador con la condición de que éste pase automáticamente a José Vicente Hernández. El acto de cesión del testigo se realizará con José Luis Sáez sedado con las mismas dosis de morfina que le administraban a MA Barracus al subir a un avión pilotado por Murdock. De esta manera, jugadores de la cuerda de Pepu como Sergio Rodríguez o Carlos Suárez ganan opciones de ir a la Olimpíada al tiempo que Carlos Jiménez medita su regreso.

INCREÍBLE APUESTA ENTRE NAVARRO Y MARCELINHO HUERTAS

Dos de las estrellas más rutilantes del baloncesto europeo se apostaron, durante la comida de Navidad del Regal Barcelona, unos cuantos miles de euros que tendrá que apoquinar el que menos aguante de los dos sin realizar una suspensión a un solo pie. Realmente, el resultado de esta apuesta dependerá de quien sea el primero en recibir la pelota.



RICKY RUBIO, HIJO ADOPTIVO DE LA CIUDAD DE MINNEAPOLIS

Tras las turbias maniobras realizadas por Dan Fegan, agente de Ricky Rubio para los asuntos relacionados con la NBA, en las horas previas al Draft de 2009 en las que desacreditaba tanto a los Wolves como al estado de Minnessota en un intento por que su pupilo recalara en un mercado más lucrativo y después de que el propio jugador declarara que no quería ir a un lugar tan frío, dos partidos han bastado para que el alcalde de una de las “twin cities” (Minneapolis-St Paul) declare al genio de El Masnou como hijo adoptivo de su municipio. 



RUDY REGRESA AL MADRID

No ha sido la falta de confianza del entrenador, tampoco la química con sus compañeros (excepto uno), ni siquiera el hecho de que echara de menos a Sergio Rodríguez, lo que ha impulsado a Rudy a tomar la decisión de volver al Real Madrid. El problema ha venido generado por la actitud provocativa de Danilo Gallinari hacia una Helen Lindes que declaró haberse sentido intimidada por el Casanova de los Nuggets quien, además, en un intento por demostrarle a Rudy sus progresos con el castellano le llegó a afirmar: “Yo me la tiro hasta en zapatillas”. George Karl intentó mediar y, recordando sus nociones de español aprendidas en Madrid, procuró calmar a Rudy asegurándole que todo había sido un malentendido, que se refería a “tirarse hasta las zapatillas” lo que molestó aún más al mallorquín habida cuenta de lo chupón que es el italiano, aspecto éste que choca frontalmente con la afición que tiene Rudy a amasar la pelota.

ROS CASARES JUGARÁ LA EUROCUP MASCULINA EL PRÓXIMO AÑO

En un ataque de locura y de ego por parte de la General Manager del equipo valenciano Carme Lluveras, la Margaret Thatcher del baloncesto femenino español se ha atrevido a preinscribir a su equipo en la segunda competición continental a nivel de clubes del baloncesto masculino. Esta maniobra sería una respuesta a la contudencia con la que sus jugadoras están venciendo los partidos tanto de liga nacional como de Euroliga Femenina y que, por supuesto, nada tiene que ver con la desorbitada capacidad de compra que presenta el club “taronja” en comparación con otros equipos como el Perfumerías Avenida de Salamanca. 

ANTONI DAIMIEL, NUEVO FICHAJE DE SÁLVAME

El afamado periodista y extraoficialmente considerado como mayor conocedor (yo más bien diría estudioso) de la NBA en España ha firmado un contrato millonario con el popular y lamentable programa de Telecirco. El divorcio de Bryant, los habituales problemas de drogadicción de algunos jugadores y los rumores de homosexualidad de Kris Humphries unidos a su boda-montaje con Kim Kardashian han abierto los ojos a Jorge Javier Vázquez a la hora de contratar al director de la sección “Crónica en Rosa” con el que esperan mejorar las cifras de audencia hasta multiplicar por dos mil las obtenidas por la ACB en Teledeporte. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Sin los deberes hechos





Vergüenza ajena. Nostalgia de antiguos y mejores tiempos. Noche de récord en el Palau. Partido entre dos históricos que desde que arrancara la ACB allá en el año 1983, han recorrido trayectorias diferentes que si bien, en ocasiones, estuvieron cerca de cruzarse, hoy se mueven en dimensiones paralelas.

Motivos para quitar el sonido de la televisión y escuchar el “Why can´t we be friends?” de War e imaginar a Pepu entonándolo en su fuero interno. Pero Xavi Pascual y sus hombres son un equipo con una misión y no entienden de piedad o misericordia. No dudó Pete Mickeal a la hora de anotar el último tiro en suspensión que terminó de perfilar el 97-51 en el marcador. 



Me saltaréis a la yugular y me diréis que no soy justo, pero no lo puedo evitar. El DKV, dirigido por el señor José Vicente Hernández durante la temporada pasada, cosechó un 111-55 en la pista del Unicaja de Málaga en un partido que recuerdo muy bien y en el que los verdinegros bajaron los brazos y se ampararon en la ausencia de alguno de sus jugadores. Pepu se ha embarcado en un carrusel de récords negativos. Sus equipos, en teoría adalides del trabajo de cantera y de la identificación con unos colores, carecen de orgullo y de actitud, se pasean por la cancha como infantiles recién salidos del cascarón que aún desconocen el verdadero valor de la defensa. Así, el verdadero récord negativo alcanzado en la tarde de hoy no pasa únicamente por el sonrojante resultado (46 puntos abajo), sino por la diferencia existente en la valoración (144-29). Me pregunto si los aficionados de Estudiantes habían puesto sus esperanzas en Antoine Wright, un jugador de rotación en uno de los peores equipos de la NBA. Y vuelvo a sentir nostalgia de aquellos americanos que de verdad daban un salto cualitativo a sus equipos ofreciendo algo que el producto nacional, por entonces más limitado en términos atléticos, no podía.

El curso está empezando, pero se avecinan tiempos difíciles para los del Ramiro. La vuelta de los hijos pródigos, Carlos Jiménez y Pepu Hernández, puede devenir en una indigestión a causa del cordero que se sirvió celebrando su regreso. Sólo si se ponen los medios y los jugadores empiezan a comprender la importancia de una férrea defensa el Estudiantes podrá respirar tranquilo. De lo contrario, y mal que nos pese a los que seguimos el baloncesto nacional desde hace tiempo, el Estudiantes será carne de LEB. Y no me gustaría ver llorar a la demencia por algo tan simple como hacer los deberes a tiempo. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

¿Te subes?



Superado el ecuador de la competición y en plena lucha por saber quiénes serán los ocho cuartofinalistas, la selección española ha pasado de generar indiferencia durante la primera fase, a desplegar su mejor versión contra Lituania para luego decepcionar contra Turquía y vencer en un partido tosco ante la Alemania de Nowitzki. Estas múltiples caras ofrecidas son las que están generando dudas entre los aficionados. Así, muchos de ellos cegados por una nostalgia que les hace idealizar el pasado, añoran la vuelta de Pepu o Aíto al cargo de seleccionador magnificando las victorias del ayer (que tuvieron mucho mérito y que nos han llevado a ser el mejor equipo nacional de la primera década de siglo XXI) y olvidando las pequeñas decepciones en forma de derrotas contra Croacia y Rusia en el Europeo de 2007 con Pau en un buen momento o la prórroga contra China y la vergonzante paliza de Estados Unidos en la fase de grupos de los Juegos Olímpicos.

Si bien es cierto que el verano pasado firmamos el peor resultado en un campeonato internacional desde los Juegos Olímpicos de Sidney, no menos cierto es, que con Pau en la selección llevábamos cuatro torneos ganando o siendo subcampeones. Y en Lituania, tobillo aparte, está Pau. Y podemos debatir sobre la excentricidad de la órbita terrestre, es decir, sobre la dependencia respecto al mayor de los Gasol, pero no sobre su presencia, porque cuando juguemos los partidos decisivos, si no media lesión, allí estará. Y es que tenemos otros cinco jugadores en la NBA, a un superclase en la posición de escolta en la figura de Navarro, pero sólo un jugador entre los diez mejores del momento. Decidme, si no, en qué otra selección del Europeo Pau no sería una referencia sobre la que hacer pivotar el juego ofensivo del equipo.

Y podemos hablar de la rotación. Del hecho de jugar sólo con ocho o nueve jugadores. De la no convocatoria de Suárez, el mejor tres nacional, de la posición de Llul, de la falta de confianza que muestran algunos jugadores ensombrecidos por alguno de sus compañeros. Y yo entonces preguntaría cómo de larga era la rotación de los Bulls de los 90 o de los Lakers del "threepeat", la de los Celtics del anillo o la del Madrid de Arlauckas y Sabonis. Es decir, cualquier planteamiento es bueno si el resultado al final lo es. Y si no hay treses en España mejores que Carlos Suárez y en cambio tenemos a dos escoltas del nivel de Navarro o Rudy, pues tendremos que jugar con un equipo más bajito y compensar el daño que nos puedan hacer en defensa atacando por velocidad a sus aleros altos. Y si tenemos dos escoltas de este nivel y el mejor juego interior del campeonato pues parece lógico que el base sea más bien un director de orquesta y no el heredero de Gallis o Isiah Thomas, aunque creo que este hecho se está llevando al extremo y que necesitamos más aportación anotadora en el puesto de "play maker".

Hoy, 8 de septiembre, fiesta en mi querida Salamanca, hay un tren en la estación que simboliza la fe basada en argumentos y resultados en esta selección, la española, que lidera Pau Gasol porque no hay nadie más decisivo que él en el baloncesto FIBA. Yo creo que hay un oro esperándonos en la estación de destino después de un trayecto en el que el paisaje irá tornándose cada vez más atractivo. Puedes quedarte en la estación temeroso por las dudas mencionadas o subirte de una vez y ser parte de un nuevo éxito de la selección española. Yo no me lo pienso más. Ya estoy subido. ¿Y tú?

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Cuando fuimos los mejores





“Soy una estrella allí en lo alto del cielo, soy aquella montaña de cumbre tan elevada. Sí, lo hice, soy el mejor del mundo”.

El magnífico estribillo de la no menos magnífica canción de R Kelly titulada “The World´s Greatest” es el mejor himno posible para ilustrar cómo nos sentimos aquel verano de 2006 mientras la selección española de baloncesto se ganaba una posición en el firmamento de este deporte.

En estos momentos en que el deporte español es sospechoso habitual ya sea por merecimientos propios o por la envidia de quien no soporta ver a uno de los nuestros en lo alto del podio, me parece oportuno recordar uno de esos logros de los que presumiremos toda la vida.

Calderón era el base titular. El extremeño venía de un primer año en la NBA bastante complicado en el que había asistido en primer plano a los 81 puntos de Kobe Bryant. Sin embargo, en cada partido de este mundial de Japón supo dar al juego el ritmo que se necesitaba. Calderón fue sin duda el Von Karajan de una orquesta bien afinada que se creció ante las dificultades.

En el puesto de escolta Navarro sentó cátedra. Sin tener que recurrir a actuaciones gloriosas estuvo cuando se le llamó y jugó una gran final de campeonato ante los griegos.

Jiménez era imprescindible. Aún lo sigue siendo en el Unicaja de Aíto. Y lo es saltando más bien poco, siendo más bien lento y sin una mano prodigiosa. Carlos Jiménez es el Raúl del fútbol. Un 8 en todo y siempre necesario. En Saitama tuvo actuaciones defensivas estelares y sus ayudas y buena colocación fueron imprescindibles para la consecución del éxito final.

Como ala pívot Jorge Garbajosa dio una auténtica exhibición. En el verano previo a su salto a la NBA y pocos meses después de dar una lección de liderazgo en el doblete del Unicaja, el de Torrejón de Ardoz cumplió con su papel abriendo el campo para Pau y poniendo la inteligencia como mejor aval.

Y qué decir de Gasol, el mejor jugador del campeonato. Ello sin poder jugar la final por una lesión en el pie que le apartó de las canchas durante más de cuatro meses. Gasol animó como un “hooligan” desde el banquillo y lloró como un niño cuando recibía el trofeo que debería haber alzado Carlos Jiménez sobre el podio. Aún no sabía lo que es ganar anillos uno tras otro o lo de jugar en una de las dos mejores franquicias de la historia. Por entonces, se sentía el hombre más feliz de la Tierra y es que había conseguido, con sus amigos de toda la vida, un éxito con el que siempre soñaron y del que seguro hablaban con ojos brillantes cuando aún eran juniors y el acné atacaba su piel.

No me quiero dejar el banquillo. A Felipe y su garra, a Marc y su defensa en la final, a Berni y sus apariciones puntuales, a Rudy y su capacidad para ser un microondas, a Cabezas para enfriar el fuego que encendía un Sergio Rodríguez sin los complejos con los que juega hoy día y a un Mumbrú siempre cumplidor.

Tampoco sería justo dejar de mencionar a José Vicente Hernández, Pepu. Dirigió con acierto al grupo, les dejó jugar con libertad y aunque su pizarra no sea la más envidiada del mundo, ni sus esquemas referencias entre la élite de los banquillos, su labor fue positiva. El hecho de recibir la noticia de la muerte de su padre y de encajarla con firmeza poco antes de que se disputara la final es una señal de hombre maduro y preparado. Sin duda, Pepu era, entonces, el hombre adecuado.

Fue un verano magnífico en el que los aficionados del baloncesto pudimos disfrutar del gran juego de un grupo humilde que liderado por una gran estrella pudo alcanzar el sueño de tantas otras generaciones que tuvieron que retirarse sin alcanzar tales logros.

Fueron 15 días en que de verdad llegué a creer en esa frase que dice que la vida puede ser maravillosa. Nos lo contó Montes y esa final ante Grecia es ya historia de nuestro deporte, de un deporte herido tras los últimos casos de presunto dopaje, pero un deporte que tiene mitos que nos permiten decir orgullosos que un día lo hicimos, que un día fuimos “the world´s greatest”.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS